martes, 30 de junio de 2009

Crónica

Mi nombre es Sergio, pero los pibes del barrio me dicen "la hormiga negra". Vivo en una villa en las afueras de la capital, con mi tía Lili y mi tío Rubén.
Mi mamá se murió en el parto de mi hermanito Juan. En total, somos siete hermanos; y yo soy el segundo más grande. El más grande de todos es Damián, que tiene dieciséis y es flor de pelotudo. Mi tía le dice que deje de drogarse y busque un laburo. No sé para qué le dice eso si ella no es un ejemplo, si plata que agarra es plata que se juega a la quiniela. Y mi tío Rubén no se puede quejar tampoco, porque él se toma hasta el agua de los floreros y fuma como un escuerzo.
Mi papá está preso por robo a mano armada; así que yo vendo estampitas y aprendí de Gustavo, uno de los pibes del barrio, a punguear en el subte; así compro leche y pan para mis hermanos.
Gustavo dice que algún día vamos a hacer una "Sociedad de Punguistas y Asaltantes", y que vamos a ser como una mafia.
Ayer le robó el arma a su hermano de la mesita de luz y me la dio a mí. Me dijo que yo tengo que ser un genio robando a mano armada porque lo traigo en la sangre... pero yo tengo diez años solamente.
Ahora estoy entrando al mercadito del barrio...
- ¡Ey!, ¡Dame toda la guita porque te limpio!
- Para, pibe; ya te la doy, pero bajá eso, vos sos muy chico, no sabés lo que hacés.
- Sí que sé, y dame toda la guita porque se me está acabando la paciencia.
Ya lo hice, fue fácil. Es re lindo tratar mal a la gente grande y que te tengan miedo.
Sergio sale corriendo y cruza la calle sin mirar, porque un poco de miedo tiene...
En el medio de la acera, las luces de un Peugeot 504 modelo 93´lo encandilan; se oye el chirrido de las gomas frenando en el asfalto. La gente se agrupa en la esquina para contemplar el morboso espectáculo de una criatura muerta, aún tibia. Y alguien dice: "Se lo merece, recién había afanado en el mercadito de enfrente"

Facundo

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