martes, 30 de junio de 2009

Crónica de barrio

Ocho de la mañana y doña Pocha barriendo la vereda... y no porque esté sucia, ya que la barre mañana, tarde y noche; sino porque quiere estar al tanto de todos los movimientos del barrio.
Ella sabe que la vecinita de enfrente, Carlita, espera que se vaya el marido a las ocho y cuarto. Y a las ocho y media llega el mismo auto rojo que aparece todos los días; de él baja, intentando pasar desapercibido, su propio cuñado. Ella dice que sólo son negocios, ¡pero doña Pocha lo sabe todo!.
También disfruta las peleas por la tarde de los vecinos de al lado; sobre todo cuando escucha los platos caer; y cuando su propio perro no la deja escuchar bien lo agarra a escobazos limpios.
¿Y Raquel? ¿No saben quién es Raquel? Ja, la vecina que tiene cuatro hijos de distintos padres, y encima son incorregibles. Gritan, lloran, patalean cuando no los dejan salir... Pero ellos igual se escapan por la ventana del comedor que es la única que no tiene rejas, y como doña Pocha no puede permitir semejante desfachatez, va corriendo y le cuenta todo con lujo de detalles a Raquel, para hacerse el plato cuando los chicos vuelven, escuchando las discusiones interminables.
En fin, doña Pocha va a seguir viva, mientras tenga qué chusmear.

Agustina

Rosaura... ¿a las diez?

El celular de Marcos indica que tiene un mensaje.
Cuando lo lee queda estupefacto; se lo envía Rosaura y le dice que es el personaje de "Rosaura a las diez".
De inmediato responde pidiendo que no le hagan chistes, supone que es algún conocido. Ella insiste y le explica que los personajes de ficción tienen vida propia, que pueden elegir correr sus propias aventuras y elegir sus amistades.
Él no sale de su asombro; pero ¡qué interesante y novedosa será la amistad con un personaje de ficción!.
Ella reitera los mensajes y se muestra amigable y alegre. Entonces él le propone encontrarse a tomar algo para conocerse. Rosaura acepta; y Marcos concurre puntualmente, a las diez, al lugar acordado.
¡Genial Rosaura!, le dejó un mensaje de despedida y desapareció.

Sebastián

Crónica

Mi nombre es Sergio, pero los pibes del barrio me dicen "la hormiga negra". Vivo en una villa en las afueras de la capital, con mi tía Lili y mi tío Rubén.
Mi mamá se murió en el parto de mi hermanito Juan. En total, somos siete hermanos; y yo soy el segundo más grande. El más grande de todos es Damián, que tiene dieciséis y es flor de pelotudo. Mi tía le dice que deje de drogarse y busque un laburo. No sé para qué le dice eso si ella no es un ejemplo, si plata que agarra es plata que se juega a la quiniela. Y mi tío Rubén no se puede quejar tampoco, porque él se toma hasta el agua de los floreros y fuma como un escuerzo.
Mi papá está preso por robo a mano armada; así que yo vendo estampitas y aprendí de Gustavo, uno de los pibes del barrio, a punguear en el subte; así compro leche y pan para mis hermanos.
Gustavo dice que algún día vamos a hacer una "Sociedad de Punguistas y Asaltantes", y que vamos a ser como una mafia.
Ayer le robó el arma a su hermano de la mesita de luz y me la dio a mí. Me dijo que yo tengo que ser un genio robando a mano armada porque lo traigo en la sangre... pero yo tengo diez años solamente.
Ahora estoy entrando al mercadito del barrio...
- ¡Ey!, ¡Dame toda la guita porque te limpio!
- Para, pibe; ya te la doy, pero bajá eso, vos sos muy chico, no sabés lo que hacés.
- Sí que sé, y dame toda la guita porque se me está acabando la paciencia.
Ya lo hice, fue fácil. Es re lindo tratar mal a la gente grande y que te tengan miedo.
Sergio sale corriendo y cruza la calle sin mirar, porque un poco de miedo tiene...
En el medio de la acera, las luces de un Peugeot 504 modelo 93´lo encandilan; se oye el chirrido de las gomas frenando en el asfalto. La gente se agrupa en la esquina para contemplar el morboso espectáculo de una criatura muerta, aún tibia. Y alguien dice: "Se lo merece, recién había afanado en el mercadito de enfrente"

Facundo